Ve cómo la correcta definición de metas, objetivos y hábitos te ayudan a progresar con tu negocio.
Parte importante de la gestión de una empresa está en lo que se llama “planeación estratégica”.
Esta es la que alinea las metas (qué), objetivos (cómo) y valores (por qué) de las actividades de la empresa, incluyendo el equipo responsable, para lograr un posicionamiento en el mercado (quién).
Este posicionamiento suele definirse dentro de lo que se llama “visión” (cuándo).
Sin embargo, no todos los empresarios empiezan expertos, y de ahí empezamos a diferenciar algunas conductas que permiten a los experimentados a desarrollar mejores prácticas que les ayuda a progresar a pasos más grandes que el resto.
Esto se traduce en ciclos de venta más rápidos, mejor administración del flujo de efectivo, mejor capitalización, estatus mejorado de la empresa hacia proveedores y aliados, liderazgo percibido en el mercado, procesos de mercadeos consistentemente efectivos, mejor desarrollo de nuevas oportunidades de negocios, por decir algunas ventajas.
Empecemos con las metas pues.
Metas
Las metas son aspiraciones que tienes tú y tu negocio que esperas lograr eventualmente.
Por ejemplo, quieres ponerte fit, o llevar una vida de hábitos limpios. O tu negocio buscar retener la mayoría de sus clientes, o convertirse en el líder percibido en un segmento.
Normalmente defines una meta cuando no eres experto o no estás seguro de cómo alcanzar esta meta, lo cual es una definición muy abierta, ya que puedes ser un experto en un tema, pero no experto en cómo ser percibido un líder en este mismo tema.
Es importante que elijas tus metas en base a lo que realmente quieres lograr, y no acumularlas, pues entre más tengas, menos probable es que las alcances.
Objetivos
A diferencia de las metas, los objetivos sí tienen una estructura específica que define lo que harás para alcanzar esta meta.
Por ejemplo, si quieres ponerte fit, un objetivo puede ser hacer ejercicio de alta intensidad 20 minutos al día, dividiendo 4 días a la semana para cada zona del cuerpo, uno de estiramientos, otro orientado a baja de peso y uno de descanso.
Los objetivos tienen que ser específicos en lo que vas a hacer.
Medibles en cómo vas a saber que lo alcanzaste o no, o si lo vas haciendo bien o no.
Alcanzables y realistas. Significando que tienes las habilidades y circunstancias para lograr los dos puntos de arriba. Se debe de ver claramente el camino del punto A al punto B.
Por ejemplo, si tienes pocas ventas de unos $100 la compra promedio, primero definir un plan publicitario para tener al menos 3 ventas diarias en los próximos 30 días puede ser más prudente que un plan para alcanzar tu primer millón en ventas.
Limitados en tiempo. Significa que tus objetivos tienen caducidad. Debes lograrlos o realizarlos de acuerdo a un calendario o cuenta regresiva.
Debes tomar en serio este punto, ya que es clave para definir que eres eficaz para lograrlo.
Llevando los objetivos más allá
Puedes sumar profesionalización a tus objetivos sumando KPIs y OKRs.
KPIs son indicadores clave de desempeño, que es como el tablero del coche que te va indicando el estado del auto y de tu conducción.
Los OKRs son las consecuencias de hacer lo que estás midiendo.
Por ejemplo, si estás siguiendo un plan de dieta, el resultado debe de reflejarse en un estilo de vida más animoso, saludable y activo.
Puedes ver más en la sección de cómo crecer tu negocio.
Hábitos
Los hábitos es cómo los conocedores alcanzan sus metas.
Podemos ver los hábitos como una alternativa a definir metas cuando ya sabes bien el camino que sigues.
Estas acciones que definen los hábitos, son pues objetivos recurrentes.
Es decir, para mantener la meta, ya se realizan prácticas recurrentes.
Por ejemplo, una persona que corre maratones ya tiene hábitos que ha ido puliendo a lo largo del tiempo desde un par de meses antes del evento.
Define un objetivo, como correr 3 maratones al año, y ya sabes qué hacer para correr cada uno.
En una empresa puede ser el análisis financiero que se hace cada semana, cada día o hasta en tiempo real para ver dónde flaquea la empresa,
El hábito no asume que eres un experto consumado, solo que sabes lo que haces, al menos de inicio.
Como cualquier hábito, puedes irlo puliendo con el tiempo y crecerlo para que sea relevancia a tus circunstancias cambiantes.
¿Por dónde empezar?
Naturalmente, empieza definiendo metas y experimenta definiendo de uno a tres objetivos a corto, mediano y largo plazo que sabes que te acercarán a esta meta.
Registra tu progreso de tus objetivos, y también tus reflexiones sobre la propia meta.
No pasa nada si la meta cambia de alguna forma.
Una meta debe ser lo suficientemente inspiradora para ti.
Da igual si a otros no les emociona y les aburre, lo importante es que te excite a ti.
Una vez alcanzas la meta, o defines otra o la meta se trata ahora de mantener este nivel. La meta “transmita”, o cambia, junto a los objetivos, a formar hábitos saludables y buenos para ti.