Varios suscriptores de EEC se unen forzados a emprender por haberse quedado sin trabajo.
Si este es tu caso, lee esto.
Hace un par de años daba conferencias en la Fundación ProEmpleo a gente en esta situación.
Es difícil aceptar esta situación porque emprender no es nada fácil.
Simplemente quieres respuestas a cien preguntas que se te hacen al mismo tiempo:
- ¿Qué producto vendo?
- ¿Cómo lo hago?
- ¿Cómo lo vendo? Odio vender.
- ¿Dónde lo vendo?
- ¿Tengo que invertir un buen trozo de mis ahorros?
- ¿A quién lo vendo?
- ¿Emprender es tan complicado como parece en un inicio?
- ¿Cómo pago mis deudas?
- ¿Necesito un socio?
- ¿Tengo que hacer un plan de negocios?
Y las preguntas siguen…
Gran problema: tus suposiciones
Emprender es una palabra que ha perdido mucha magia en tiempos recientes.
En algún tiempo era el estatus de ser quien iniciaría la próxima gran empresa.
Hoy es una palabra casi sinónimo a desempleado. Al menos así la entienden muchos.
El problema es que emprender no es un trabajo o un título, es un estado mental, algo así como decir que eres católico o de la izquierda política.
Un emprendedor no necesariamente inicia empresas ni siquiera, puede ser un empleado o simplemente alguien que encuentra y aprovecha una oportunidad de hacer algún dinero esta semana para la próxima hacer otra cosa.
Perder un trabajo no te obliga a emprender, te obliga a conseguir otro ingreso. Del mismo modo, morir de sed no te obliga a tomar agua pura, puedes beber un jugo o una cerveza.
No seas un emprendedor forzado
Tan pronto te sientas orillado a emprender, olvida esa idea.
Emprender no es la varita mágica a tus problemas.
Necesitas corregir tus creencias y pensar adecuadamente: necesitas un ingreso.
Para eso te sugiero tres vías:
- Capitaliza un pasatiempo productivo.
- Obliga a alguien a darte un trabajo.
- Imprende (no tengo una mejor palabra para tropicalizar intepreneur).
Capitaliza un hobby productivo
Si tienes alguna habilidad en actividades donde existe un mercado, como arreglar motores de motocicletas, enseñar matemáticas o dibujar comics, simplemente comercializa eso.
Sin embargo, ten en cuenta el problema del huevo y la gallina.
No veas esa habilidad como la gallina, sino como el huevo. Es decir, tu actividad no es el fin mismo, sino una vía para que tu cliente logre un fin, tener su propia gallina.
Por ejemplo, si piensas que nadie pagaría porque le dibujaras un comic, piensa dos veces. Negocios que valoran la educación en sus propias ventas podrán ser receptivas a que hagas comics para comunicarse con sus audiencias o incluso como imágenes publicitarias.
Lo mismo sucede, por ejemplo, quien le gusta la imprenta, un negocio en aparente decadencia.
Si eres astuto e investigas, descubrirás que el correo directo, las revistas de nicho y otro tipo de publicaciones pueden ser formas magníficas de ayudar a negocios a reconectar con sus clientes inactivos o vender mejor, haciéndo un catálogo de sus productos o servicios. Simplemente prepara un demo y busca negocios que pienses que podrían estar vendiendo diez veces más de alguna forma.
Obliga a alguien a darte un trabajo
Si bien no serás un emprendedor tal cual, eso no significa que no tomes algunas ideas del mundo emprendedorial y tengas justo lo que quieres.
Investiga dos o tres empresas donde creas que funcionarías bien, idealmente pequeñas o medianas y en crecimiento, y envíales una propuesta. Básicamente es un currículum más una carta donde hables de cómo agregas valor exactamente.
¿Qué puedes ofrecer que otros similares a ti no?
Quizás tienes excelentes habilidades de comunicación con un perfil técnico.
Quizás eres un ingeniero que entiende de marketing y sabe enfocar la importancia del producto en lo que mueve a alguien comprarlo.
Quizás no eres profesionista, pero sabes hacer muchas cosas y puedes decir que eres esa persona de confianza (probándolo de alguna forma) y que eres una persona confiable que puede hacer de chofer, cortar la plantas, arreglar problemas eléctricos o de plomería con tus ganas de que alguien valore a alguien que hace un buen trabajo, y luego poner ese CV y carta en 50 buzones en una buena colonia.
El currículum no tiene que ser genial, simplemente mostrar que sabes de lo que hablas, la carta es realmente lo importante. Debe ser imperdible y mostrar tu espíritu de agregar valor.
Si lo haces bien, harás sentir al otro que pierde algo al decir no. Algo así como cuando te arrepientes de no haber invertido en una u otra cosa hace algunos años.
Más te vale caminar lo que hablas y no quedar como un charlatán.
Imprende
Una de las claves más fundamentales de un emprendedor genuino, se reduce a una simple palabra: apalancamiento.
Un libro popular del desempleado es el de Robert Kiyosaki Padre Rico, Padre Pobre, así que si ya lo leíste, esta palabra no será nueva para ti.
Básicamente apalancar significa que hagas un negocio sin usar tus propios recursos: tu dinero, tu tiempo, tu gente, tu equipo, etcétera.
¿Cómo lo logras? Negociando, claro.
Necesitas encontrar acuerdos gana-gana-gana.
Imagina estos tres escenarios:
- Un millonario está buscando dónde invertir su dinero.
- Tu tío tiene 20 computadoras que tiene sin usar casi todo el día en su cibercafé.
- Un negocio cualquiera busca vender más de su producto o servicio.
Quizás puedas hacer un acuerdo, usar una o dos de esas computadoras con una comisión, para tú mismo ofrecer el producto o servicio de la empresa que busca clientes. ¿Cómo lo haces? Primero reclutas a otro desempleado porque la necesidad mueve el mundo. Luego se enfocan, digamos vendiendo por Internet, poniendo anuncios en sitios de clasificados, iniciando chats en Facebook o LinkedIn o investigando negocios que pueden ser buenos clientes para contactarlos.
Hablas con el negocio que busca vender y acuerdas una comisión. No le digas, “soy un emprendedor”, eso es decir, “estoy desempleado”, di, “tengo algunos prospectos que se pueden beneficiar con tu producto y servicio, y quiero ver si me puedes dar una comisión si logro colocar tu producto.”
Si son tontos, dirán no.
Así, te pones a chambear.
Ni siquiera tuviste que llamar al millonario.
La moraleja: investiga qué es lo que la persona o negocio A quiere y lo que la persona o negocio B quiere (siendo relevantes en lo general uno para el otro) y ve la forma en que el producto sirve a los intereses de ambos.
Por ejemplo, un software que ayude a gestionar clientes (CRM) puede ayudar a distribuidores a mejor mantener las relaciones con sus clientes, reduciendo la cantidad de ventas perdidas, mejorando la calidad del seguimiento o incluso reconociendo perfiles de clientes para mejorar de alguna forma el servicio a cada uno, logrando como resultados menos clientes perdidos y más ventas en general.
Así relaciona las cosas: ¿cómo vender un CRM a los doctores? ¿Qué le importa finalmente al doctor y cómo puede el CRM ayudarle a eso?
Solo necesitas tres cosas:
- Conocer el mercado y sus motivaciones más egoístas.
- Saber de lo que hablas.
- Gente insatisfecha.
Y un consejo extra, no te esfuerces en vender cosas que no dejen dinero casi o te obliguen a vender una gran cantidad de producto para que puedas pagar las cuentas. Tienes el derecho y la oportunidad de elegir si quieres usar tu tiempo para vender yates o plumas.
Así que si alguien te muestra una pluma y te dice, “véndeme esta pluma”, dile “no quiero perder el tiempo en eso, prefiero ser la persona que negocia el contrato que alegremente vas a firmar con esta pluma.”
¿Quieres ir más lejos?
Entonces has estas tres cosas:
- Si quieres fortalecer tu lado emprendedor, suscríbete, es gratis.
- Si quieres comunicarte mejor para hacer una carta irresistible o para vender efectivamente lo que puse en imprende, consigue los libros, en particular, Ofertas que venden y Palabras que venden. Tienen un precio accesible y van directo a la yugular.
- Si quieres expandir tu visión y encontrar 100 o más formas de agregar valor siguiendo cualquiera de las tres ideas, ve el curso de Udemy, ventas estatégicas para negocios al consumidor.
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